Cuando se mira siempre hay algo, esas pequeñas cosas, a veces no tan pequeñas, que invitan a recordar. Se aprende con relativa facilidad, se aplica con más esfuerzo y algunas veces se olvida cuando se pretenden resultados y no acciones. Libre albedrío, intereses diferentes con una motivación personal. Recordar.
Es fácil cambiar cuando se necesita, sobretodo cuando el límite es maleable y la valoración es flexible, un punto de vista para la actuación. Cuando se pretende coherencia con el propio pensamiento el resto puede flexibilizarse, no debería ser así; actuación desde el centro.
El tiempo se mueve y poco a poco llega la hora, ¿Bueno? ¿Malo?... solamente es. A veces, solo a veces, hay que alejarse de las “coincidencias” para poder tener una pequeña vista más amplia de la situación, mucho más global. El esfuerzo no es correspondido por motivos muy personales y como tales solo han de responder a una persona. Cuando otros han actuado es mucho más fácil poder ver sus motivaciones y encauzar las propias, no siendo la sombra del que avanzó primero sino siendo un compañero en un camino, más o menos cercano.
Como pequeño guiño a la situación que pretendo copio una parte, aún sin publicar del relato de Akinari, un Koan bastante conocido, seguro que os suena.
“La luna en las olas, ahora separada, ahora unificada.”
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