Improviso.

Hay muchas formas de moverse y muchas de cambiar la percepción del momento. Las percepciones subjetivas van bailando delante nuestro, por momentos. Es curioso ver como un simple gesto puede ser entendido de múltiples formas, por la misma persona dependiendo del momento en el que le llegue, de la valoración personal, del sujeto en reacción, entorno. Todo ello para llegar a...

La calma puede volverse adictiva, silente en el momento; justo cuando ha de irrumpir la actividad algo llega, la ayuda que era necesaria, en más de un sentido y tiempo. Las piezas encajan en el pequeño puzzle, la escena se ve, o ¿Es lo que queremos ver?, aclararse es la primera premisa. Es una difícil tarea, ser siempre sincero, dejar la mentira a un lado es fácil, no cuesta trabajo, lo último siempre es lo complicado, dejar de mentirse a uno mismo, aceptar lo que pasa.

Muchas personas vuelven en los momentos necesarios, cuando hay que entender algo están ahí, aparecen cuando muchas otras cosas se rompen. Después de mucho tiempo vuelven, siempre estuvieron ahí pero distancia, algunas amistades perduran por poco contacto que la motive. Los caminos se unen de nuevo para rellenar otro pequeño renglón. Recuerdos que vuelven a ofrecer, mucho tiempo pasado, viejas costumbres, bueno ver el cambio, la lente de una cámara deja mucho sin grabar, la parte que completa la persona que ofrece.

Algunas de esas personas eligen nacer en un lugar mucho más íntimo, aquellas a las que llamamos familia. En días cercanos al apogeo del comercio se reúnen en los salones para recordar que están ahí, para dejar claro quienes son las personas que les importan. Un abrazo por esa presencia, la persona a la que ese apoyo llegó con más fuerza lo necesitaba.

Como contrapartida está el lado oscuro, el envés de toda la historia. En el único lugar que puede estar, raras veces dominando, otras solo entorpeciendo, algunas, las mejores, escondiéndose, no tiene nada que hacer. Una forma de terapia, en la que poco a poco, se acerca la meta, no porque se compita, no porque la persona se esfuerce por cubrir una distancia, la acción desde la quietud. Esto es una de las formas posibles, en el momento de golpear las teclas, la más tentadora de las abiertas.